¿Cómo fueron mis primeros dos meses en La Jarilla?

Mi voluntariado aquí hasta ahora ha estado lleno de nuevas experiencias. He visto crecer cochinillos y corderos, he aprendido a recoger aceitunas y a sembrar semillas, a alimentar a los distintos animales de la granja, cómo funciona el sistema de agua de La Jarilla… También observé y ayudé a reconstruir muros de piedra y vestí espantapájaros. Algunos días eran mejores que otros, con sol y música, mientras que otros eran más duros conmigo, doblada recogiendo aceitunas.
Por primera vez, tuve el placer de probar un aceite de oliva casero, elaborado con aceitunas que yo misma había recogido parcialmente. Pero también viví por primera vez la fiesta Hannuka lejos de mi familia, con el encendido de velas a través de una videollamada de WhatsApp, con la conexión a veces cortándose y la distancia haciéndose sentir.

Yo también me siento diferente . Mi cuerpo está cambiando, estoy ganando músculo poco a poco, y mi mente está evolucionando. Me siento más tranquila, más en el momento. Estoy aprendiendo a ser más independiente, más responsable, más adulta. El trabajo físico es agotador y gratificante a la vez. Estoy aprendiendo a trabajar con las manos y a observar mejor. Hay momentos muy felices y otros más difíciles mentalmente, pero en general la experiencia ha sido positiva por el momento.

Conocí a mucha gente, algunos de otros países europeos, y pude ver un poco de España. Extremadura, donde estoy ahora, con sus magníficos cielos y sus impresionantes paisajes al amanecer y al atardecer. También pasé una semana de vacaciones en Madrid, donde pude reencontrarme con una persona querida. Me pareció muy llamativo el contraste entre la capital y el rincón rural de La Jarilla, sobre todo después de acostumbrarme a la paz y la tranquilidad del campo, lejos de las multitudes, a pesar de que vengo de la región de París y debería estar acostumbrada a las multitudes.

.

Así que, aunque estoy disfrutando de mi experiencia aquí, echo de menos a mis seres queridos. Me alegra hablar con ellos por teléfono y recibir postales de mi abuela, pero a veces siento que la distancia me pesa. Es la primera vez que me voy varios meses sola, lejos de mis seres queridos. Además, aunque poco a poco voy progresando en español, y he aprendido muchas palabras, todavía me falta fluidez, y me frustra un poco no poder expresarme como me gustaría, y/o no entender ciertas conversaciones. Por supuesto, esto me motiva a trabajar duro para aprender el idioma, pero no se consigue en unos días, ni siquiera en dos meses. Espero que al final de mi voluntariado mi español sea mucho más fluido, y que por fin sea capaz de entender y participar en discusiones sin bloquearme en algún momento. Sin embargo, eso no me impidió compartir grandes momentos con los otros voluntarios, Linda y Toño, e incluso charlar un poco con los niños.

-Noémie-

Deja una respuesta