El trabajo sigue siendo muy dinámico, a parte de la rutina diaria de dar de comer a las gallinas y de recoger los huevos, cada día hacemos algo diferente.

La huerta está muy dormida por el frío y las heladas, está siendo un año muy frío y las plantas lo notan. Las habas, que suelen aguantar bien esta época del año, se han echado todas a perder. Hemos abrigado a las plantas supervivientes echando ceniza y paja alrededor, veremos cómo avanza. Del huerto poco más que contar, no es época de trabajarlo demasiado y hay otras tareas que nos ocupan.

Poco después de escribir mi primera entrada empezamos a montamos un macetero con ramas del olivar que ha quedado preciosa y limpiamos el gallinero para hacer compost, tarea a veces desagradable por el olor pero satisfactoria cuándo ya lo teníamos terminado. A día de hoy está demasiado frío, no sabemos si por las heladas o falta de aire, pero no está a la temperatura que debería.

También tuvimos un nuevo miembro en la familia, un pequeño cabritillo que por media hora no vimos nacer. Estuvimos pendiente de que tomase leche para sobrevivir y después de ciertas dudas, ha salido adelante y está tela de grande, correteando de aquí para allá.

Su abuela sigue con las gallinas, está a punto de ser madre también. Es curioso que mientras está encerrada el resto de cabras no se alejan mucho del gallinero, interesante ver que tienen un grupo muy unido.

Otra actividad ha sido la matanza, creo que ha sido lo que más me ha gustado hasta ahora, muy intensa y la mar de interesante, de la que he salido con bien de comida.

Estos días estamos cubriendo uno de los chozos con escobas, un trabajo duro y lento, pero me está gustando, hay muy buenas vistas desde lo alto del techo. Esto lo intercalamos con tareas interiores por la lluvia, como ayer, que hicimos mermelada casera de naranja buenísima.

Estoy muy contento de estar aquí, aprendo muchas cosas útiles a diario, me siento muy agusto con la compañía y esoy enamorado de mi chozo.

 

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