¨En las sociedades actuales, en las cuáles estamos inmersos/as es tareas urgentes, tiempos limitados y escenarios muy cambiantes, resulta difícil pararse a observar. Algo que parece tan sencillo de hacer, es a la vez muy difícil de realizar. Dentro de nosotros/as tenemos muy instaurados pensamientos y emociones que nos incitan a llevar ritmos de vida acelerados, con poco tiempo para hacer pausas.

Llevar ritmos acelerados no tendría por qué ser necesariamente algo perjudicial si se tratase de una elección que conscientemente hemos hecho, o de momentos puntuales que así lo requiriesen. Quizás la problemática llega cuándo se convierte en una inercia que no podemos controlar.

Cuándo esta inercia se vuelve una constante en nuestras vidas las preocupaciones nos invaden, nos sentimos más vulnerables e irascibles, con menos energía vital y en general, más aislados/as y con menor sentimiento de pertenencia a nosotros/as mismos/as y a la comunidad. Cuándo no nos sentimos bien, tampoco podemos estar bien con lo que nos rodea. No podemos integrarnos en el medio ni integrar a él junto a nosotros/as. Es entonces cuando  perdemos la perspectiva: consumimos desproporcionadamente, no nos preocupa el origen de lo que llega a nuestras manos, no sentimos empatía por el entorno, no tenemos motivación por conocer los procesos, no nos preocupa que se agoten los recursos, etc. Estamos inmersos en nuestro “micro-mundo”, que toma todo el protagonismo frente, al que nos parece, el mundo externo. Y toda la diversidad que ahí fuera nos espera pasa, completamente, a un segundo plano.

Pero la buena noticia es que todo este mundo externo no desaparece, sólo espera tranquilamente a que llegue su momento para hacerse notar. Porque a veces somos capaces de romper estas inercias, a veces tenemos momentos de claridad e inspiración que nos permiten pararnos a observar, a elegir otras decisiones que nos conduzcan a vivir más plenamente e integrados/as en el mundo que nos rodea.

En mi caso, “Ritmo Natural: herramientas para la autosuficiencia y la sostenibilidad” ha sido ese momento de inspiración. Elegí participar en este proyecto sin saber exactamente lo que supondría, pero en él he encontrado la pausa consciente que me está permitiendo cambiar paradigmas acerca de cómo vivir de una forma más plena. Aprender a vivir en el medio rural nos aporta una cantidad ingente de sabiduría que en las sociedades más urbanas, sin querer, olvidamos. Ojalá seamos capaces de encontrar el equilibro. Ojalá volvamos a poner a la Naturaleza en el centro y no nos olvidáramos nunca que somos parte de ella; que nos necesitamos los/as unos/as a los/as otros/as. Ojalá los ritmos más acelerados y los ritmos más lentos puedan aunarse para marcar un único compás. Un compás natural que nos mueva a todos/as por igual.¨

– DAVID AZUAGA HERRERO –

Voluntario del proyecto ¨Ritmo Natural¨

 

Deja una respuesta