Hace unos días aquí en La Jarilla hicimos una matanza de cerdos, en este cuento describo como la viví yo. La matanza no es simplemente un hecho de matar un cerdo para aprovechar su carne y hacer embutidos, es una celebración y una fiesta. Se trata de una costumbre popular muy antigua en la cual se celebra la vida y el trabajo. Se matan cerdos que las personas han nutrido y cuidado durante años para este momento. Toda la familia y amigos se reúnen en estos días para ayudarse y aprovechar de todo lo que se puede de estos animales, para que su vida y el trabajo de los hombres tengan sentido, se produce comida que alimenta la familia durante más de un año. Antiguamente las casas tenían un lugar bajo tierra o bajo techo para conservar los embutidos.

Es como cerrar un ciclo pero en realidad no se cierra. Con esta comida la familia, los niños crecen; los restos de los cerdos serán comidos por los animales salvajes, pájaros, insectos y se descompondrán pasando a alimentar la tierra en la que crecen las plantas que alimentarán a los nuevos cerdos (también los huesos se disuelven por los ácidos de los suelos en 20 o cientos de años).

La muerte en este caso tiene sentido y tiene una función. Estos días me gustaron muchísimo, la celebración que se hace es especial. Es como una fiesta. El dia antes de matar los cerdos se prepara la casa, se hace la comida para el día después, se cuecen y pelan las patatas para la patatera (un embutido de patatas, grasa de cerdos, ajo, sal y pimentón), se organiza todo, se comprueba que no falte nada, como los ingredientes para hacer los chorizos; toda la gente está avisada y conoce la hora de llegada.

El día después temprano por la mañana todos los animales han comido menos los cerdos. Se esperan las personas. Como lo hicimos aquí la muerte de los cerdos fue muy rápida. En cuanto el cerdo muere, se le pone en una mesa y con fuego y algo para raspar se le quitan los pelos y la piel más externa. Cuando esto está bien hecho se empieza a abrir el cerdo y separar las diferentes partes. Después todas las piezas  se separan mejor y si hay que hacer embutidos o carne picada, se pica. No entro en los detalles del proceso pero todo fue muy interesante, hay que hacerlo bien para no tirar carne, las diferentes partes del cerdo están expuestas, hay mucha carne, sangre y grasa. Mientras tanto la gente habla, ríe, comparte, recuerda, bebe, aprende y enseña.

No es que no se valore la muerte porque se haga una fiesta, es todo lo contrario. Esto es cierto desde mi punto de vista, hay personas a las que no les importa y hay personas que sufren la muerte de un animal por comerlo. He matado un gallo, no me ha dado pena, dolor o felicidad, he sentido la lucha por la vida y después el vacío de un cuerpo muerto. No me ha gustado, pero quería hacerlo y lo haría otra vez. Aquí en La Jarilla la muerte de un animal tiene mucho más sentido que en otros sitios, por la vida que hacen y porque estos animales no viven solo para ser comidos, aquí pueden cumplir sus funciones ambientales, mejorar el suelo y la vegetación.

Quizás yo la he vivido bien porque ha sido la primera vez y quien la hace todos los años no la vive así. De hecho la matanza se efectúa una vez al año, generalmente en los meses más fríos del invierno, para la conservación de la carne y de los embutidos y para evitar las moscas.

En la primera foto arriba se pueden ver las pieles de los cerdos con la grasa y en la segunda estoy yo mezclando la patatera en la artesa.

Se puede renunciar a comer carne, sobre todo se puede disminuir el consumo de carne y elegir la procedencia. Yo creo que cualquier persona debería ver por lo menos una matanza, que coma o no coma carne, y debería nutrir y cuidar estos animales.

Leo

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