¡Hola! Soy David, e hice un voluntariado de dos meses en ecología en Plasenzuela, en España.

Decidí hacer este voluntariado por diferentes razones: mejorar mis habilidades en español, aprender más sobre la permacultura y la naturaleza en general,… Sobre todo, quería probar el estilo de vida sencillo del campo, lejos de la ciudad. .

Antes de ir a España, solía trabajar con ordenadores (desarrollo de software y comunicación digital), pero para mí parecía completamente desconectado de la vida. No me gustaba estar sentado todo el día frente a una pantalla, encerrado en una oficina y agotar mi cerebro con problemas técnicos. Como muchas personas de nuestro tiempo, quería moverme, respirar, usar mis manos, sentirme útil, tener una vida sencilla, y este es uno de los principales objetivos de la organización IMORA.

Así que durante estos dos meses pude probar esta forma de vida y el trabajo del campo. Las tareas fueron variadas: sembrar, abonar la tierra de la huerta, dar de comer a algunas aves silvestres, buscar los huevos en el gallinero, podar algunos olivos, preparar un camino sensorial,… ¡Es difícil resumir todo lo que hicimos!

Lo que más me gustó fue el trabajo de la huerta, descubrir las diferentes hortalizas y otras plantas silvestres comestibles, aprender sobre los microorganismos y cómo proteger el suelo. También disfruto mucho hablar de permacultura y filosofía holística, de la conexión entre todo (humanos, otros animales, árboles,…) y de los desequilibrios que pueden ocurrir.

También agradezco aprender cosas más generales, como cocinar algunos platos típicos (la miga extremeña o la famosa tortilla de patatas), hacer pan, preparar yogures o hacer leche de avena. ¡Me gustaría seguir haciendo todo esto en Estrasburgo!

Por supuesto que hay diferencias entre la visión idílica que podemos tener sobre la vida del campo y la realidad, y para mí este voluntariado fue la oportunidad de descubrirlas. Necesitas aceptar que hay cosas que no puedes controlar: los límites del cuerpo, el clima (que afortunadamente fue genial durante estos dos meses), el comportamiento de los animales, las plantas que no crecen como te gustaría. .. o el comienzo de una pandemia mundial (!), por ejemplo. Pero es una buena manera de aumentar su adaptabilidad.

También hubo algunas actividades que extrañé durante estos dos meses: ver a mis amigos y mi familia, ir al cine, ir a conferencias sobre temas de actualidad… o tocar el banjo.

Pero como dijo un colega mío, todas las experiencias se pueden ver de manera positiva, a pesar de las dificultades encontradas, porque siempre aprendes cosas nuevas sobre el mundo y sobre ti.

Por la pandemia no pude viajar por España como quería. Afortunadamente, exploré Extremadura, una región que no conocía antes de mi voluntariado y que me gustó mucho. Fuimos a las hermosas ciudades de Cáceres y Mérida con mis colegas, y también a algunos sitios araqueológicos. Esta parte de España tiene una historia muy interesante y Toño disfrutó contando muchos datos sobre ella. También fuimos en bicicleta a ver unos hermosos paisajes salvajes con la otra voluntaria, Mimi.

 

 

Al final, me quedaré con un bonito recuerdo de este voluntariado. Voy a extrañar a toda la gente que conocí durante estos dos meses, la tranquilidad del lugar, mi chozo (la casita donde dormía), los animales. Estoy seguro de que esta experiencia me inspirará por el resto de mi vida.¨

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