Pongámonos en contexto…
La paja combinada con el barro es uno de los materiales de construcción más antiguos que se conocen. El uso de fardos de paja es relativamente nuevo desde que apareció la máquina envasadora en 1850. En Europa, las primeras construcciones datan de principios del siglo XX. En la década de 1940, las guerras y los intereses del cemento y el hierro hicieron que este tipo de construcción cayera en desuso. Es hora de recuperar este tipo de técnicas y darles valor ya que las ventajas que ofrece son numerosas:
1. El coste de construcción es inferior a las técnicas convencionales de casa, sobre todo si podemos reciclar los materiales y si los que compramos son locales, reduciendo así los costes de transporte, también podemos diseñarla y construirla nosotros mismos, dando rienda suelta al ingenio y la creatividad, haciendo el proceso más satisfactorio.
2. La resistencia térmica de la paja es mayor que la de la madera, los ladrillos e incluso la de la morada. Estas construcciones permiten un adecuado aislamiento térmico, siendo cálidas en invierno y frescas en verano, permitiendo un mayor ahorro energético.
3. Ecológico, la paja es un recurso natural que producido de forma adecuada no genera impacto ambiental, también podemos utilizar materiales reciclados, viendo así la basura como un recurso. Además, creamos paredes libres de tóxicos y transpirables.
4. Son construcciones altamente resistentes, sismorresistentes. Podemos encontrar casas construidas con paja con más de 150 años.
Puesta en marcha…
En el diseño de la construcción, más allá de las medidas y formas deseadas, debemos considerar dos factores, la orientación, que dependerá de nuestros intereses, en nuestro caso debemos elegir una zona fresca y con sombra. El suelo donde se va a sentar también es importante, debe ser un suelo firme y bien nivelado.
El siguiente paso después de nivelar el piso fue crear la base donde se asentarán las paredes, es importante que las balas de paja no estén en contacto directo con el suelo para evitar un exceso de humedad que promueva la degradación. Creamos una zanja de unos 30 cm de ancho y unos 5 cm de profundidad donde posteriormente colocamos ladrillos reciclados fijados con una mezcla de grava, arena y cemento (hormigón). Cubrimos los ladrillos con tela asfáltica proporcionando así un mayor aislamiento contra la humedad.
Ha llegado el momento de hacer los muros, y es tan sencillo como colocar las pajuelas en hileras, teniendo en cuenta que cada pajilla de las filas superiores debe apoyarse en dos pajillas inferiores dando así mayor estabilidad a nuestro muro. También utilizamos pasadores de hierro de unos 2m de longitud que clavamos verticalmente en diferentes puntos de la pared, uniendo así las balas y creando una estructura más firme. Durante esta etapa de la construcción aprendimos algunas cosas importantes, el estado y firmeza de las balas de paja es muy importante, si debemos deshacerlas para crear unas más pequeñas que encajen es fundamental la tensión de las costuras para que no pierdan firmeza. Otro punto a tener en cuenta es respetar las líneas verticales, usamos alfileres en las esquinas y un hilo que nos marcaba donde colocar las balas con respecto al suelo.
Nuestra construcción está dividida en dos módulos, para la separación de los módulos también utilizamos balas de paja.
El siguiente paso fue la instalación de 9 vigas de hormigón, perforamos el muro de piedra unos 10 cm para encajar las vigas, dejando el espacio preciso entre cada una de ellas para las bóvedas, previamente fijadas al muro con hormigón. Una vez colocadas y asentadas las vigas, comenzamos a encajar las bóvedas, cada una rellena de lana de oveja, ofreciendo así un mayor aislamiento térmico a la construcción.